domingo, 30 de noviembre de 2014

DOS VEINTICINCOS


(Para M)


Azul madurez espléndida,
que es más, dos veinticincos, que un cincuenta;
que titila todavía el brillo jubiloso en tus pupilas;
no pierdas nunca la sabiduría del quererte,
porque es un don que de escasear, se muere el alma.
Azul plenitud que aun provocas que se enamoren los espejos,
aun vibran tus senos e insinúan tus caderas placeres inmorales.
Has de saber que agrietas corazones a tu paso
y que es más dulce que nunca la pulpa de tu esencia.
Más de un donjuán sueña con degustar tan refinado postre.
No sé si eres consciente de lo bien que te reviste el paso de los años.
Tal vez mejor que no lo sepas,
no sea que te tornes musa engreída o diosa de pedestales;
mejor que permanezcas ignorante de tu magnificencia
y seas reina alcanzable a los plebeyos que te admiran...
esos que se ahogan de pasión,
en las azules aguas de tus ojos serenos que tanto llevan visto...
Fuiste cobre dúctil y plata tintineante,
pero ha sido el alcanzar el oro lo mejor de tu historia.
Y yo, que peco mas de hierro herrumbroso y envejezco mal en la guerra,
me apeo hoy de mi huida por tu culpa...
para dedicarte estos sinceros versos...