A veces me
dan ganas de cerrar la puerta,
que nada
externo entre por su hueco inesperado.
A veces en
la oscuridad hallo la dicha,
y no añoro
la luz , ni a otros seres humanos.
A veces en
los sueños me afianzo,
pensando que
es allí donde estoy vivo.
A veces me
refugio en lo que escribo
y me acuesto en hojas de papel en blanco.
A veces saco
la cabeza de la tierra
y oteo lo
que quema el horizonte.
A veces me
atrevo, osado, con la guerra,
aun luchando
en bando de perdedores.
A veces
guardo los rencores bajo llave,
y sonrió sin
convicción a los que pasan.
A veces esta
puta farsa juega infame
ganando la
partida haciendo trampa.
Por eso a
veces hago bastión de mi morada,
desapareciendo
del mundo y de la gente.
A veces no me
llama ya la madrugada,
y me quedo
quieto, en la perpetua noche.
A veces navegando sin rumbo se encuentran islas increibles a las que se desea volver.
ResponderEliminarSi cierras la puerta, al menos abre alguna ventana!
ResponderEliminarAbrir la ventana implica dejar paso a la luz del sol, y eso, puede llenar de vida los rincones oscuros de una casa desolada, que tal vez no quiera dejar de serlo. Gracias por comentar.
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