jueves, 16 de octubre de 2014

FUGAZ NIEVE QUE REPARA

(Para M.)

Tu risa es como nieve en mi desierto:
blanca, fresca, inesperada…
Lástima que sea fugaz, insuficiente.
En la triste sequedad de mi paramo herido
se derrite el tintineo de tus carcajadas,
pero no sin antes humedecer de dicha
todo lo que me va quemando el día;
todo lo que odio de la gente;
todo lo que casi siempre, no soporto de mi mismo.
Mi desierto se transmuta a veces en infierno;
gruta de castigo para un solo pecador condenado
que, de repente, hace caso omiso del calor de las llamas,
cuando llega el frescor  que repara lo abrasado.
Porque al menos, aunque a ráfagas cortas,
nieva todos los días gracias a ti,
y mi desierto se llena de charcos cristalinos
que sacian la sed de lo vacío… 



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