viernes, 26 de septiembre de 2014

SIEMPRE BUSCAR



Buscar, siempre buscar…
acariciar febriles la idea de un amor perdurable,
de un sentimiento tan puro como una nueva savia
en la que aun no hayan conceptos gastados,
intenciones pútridas derivadas del vicio o la experiencia,
sabiendo o sin saber, que amores perdurables,
habrán muchos o ninguno.
Decae el espíritu mil veces, diez mil…
incluso a veces la flaqueza tontea con la muerte
tornándose el seguir adelante una actitud vacía,
carente de interés ante las maravillas posibles…
Pero hay que Buscar, siempre buscar…
hasta agotar el tiempo concedido,
hasta reventar el pecho de tanto latir por el dolor o la dicha
y descubrir,  que no es el hallazgo en sí lo que revive,
pues el hallazgo a veces llega preñado de decepciones.
Es la búsqueda misma lo que convulsiona, lo que estremece,
lo que trastorna nuestra sangre llenándola de fuego
y ennegrece de paranoia nuestra mente.
Es el riesgo de la búsqueda la frontera invisible
que separa la felicidad de la demencia,
el que nos entrega la  noción de que existimos.
Buscar; hay que buscar…
pese a que no haya nada valioso en ningún sitio;
y entender que es la búsqueda la vida misma,
y que sin búsqueda ni motivo, solo estamos muertos;
pues no está vivo aquel que nada busca…

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