El poeta
moderno mató a la rima.
Prometeo
robó el son a las canciones.
¿Para qué
molestarse en recitar oraciones
por un
existir vacío y que da grima?
La poesía
está viva, no la anclemos.
La poesía
arriba y declina, no recemos.
No
enterremos en métricas arcaicas
o en
metáforas relamidas.
No quememos
el mensaje efebo
en
consonancias consabidas.
No
declamemos lloviznas, si no truenos.
No recitemos
romanzas, si no sexo.
Seamos
libres para retorcer el verso.
Volemos sin
alas por el universo.
Bajemos del
pedestal pétreo el soneto.
Hagamos rey
lo disonante y escueto.
Inventemos
un nuevo lenguaje,
que no esté
ceñido a reglas
ni lo cense
estricto espionaje.
¡Por una
poesía liberada y asequible!
Y si
rimamos, que sea en un rap imposible.
¡Maldita
sea, yo no puedo...!
Sigo atado a
la puñetera rima
y a mis
raídos recuerdos.
No puedo
liberarme de este metraje;
todo ha de
tener sonido cuerdo.
¡No sé
soltarme a lo atrevido y salvaje!
Me he
convertido en australopiteco,
amarrado a
la prehistoria literaria,
a los diez
cañones por banda y su eco.
Yo quiero
ser maldito y bohemio.
¡Emborracharme
con Bukowski...!
No ser
perdedor perdido y abstemio.
Yo quiero
actualizar mis versos rancios
a la versión
uno dos tres punto cero.
Firmar la
paz con el teclado plástico.
Jugar con un
ratón, no con Cancerbero.
¡Maldita sea
la rima que me anquilosa!
¡Quiero que
mi poesía sea sutil y graciosa!
Quiero y no
puedo… ¡hostia, maldita sea!
¡Maldito
Platero y tú y su boca de fresa!
El poeta
moderno mató a la rima...
Y me ha
matado a mí...
Pasando sin
mirarme, y por encima.
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