Un año acaba, por fIn, y las gentes que han sufrido
los días rancios
de incertidumbre de su panza,
recuperan, la
última noche, un poquito de confianza,
pidiendo
deseos a dorados cometas vagabundos.
Escribiéndole a reyes de mentira con camellos,
colgando
calcetines bermellones en ventanas ,
piden, que
el parto de Nochevieja no salga rana;
que traiga
suerte, el viejo payaso gordo y barbudo.
En sus
deseos, desean, que de nuevo impere Jauja;
que regrese aquella vida hedonista de consumo;
suplican que
su estatus, disipado como el humo,
vuelva , y
llene sus modernas neveras de viandas.
Que regresen los niños a dar clase en Disneylandia;
que se
apunten por la tarde a la danza o a hacer
judo;
que de
mayores no peguen chapa en el futuro;
que no
padezcan nunca, por la falta de
abundancia.
Las gentes piden
más, si cabe, al próximo año nuevo;
piden que cerdos
corruptos ardan en las hogueras;
que los probos
bomberos se queden sin mangueras
y que no
haya salvación, para sus opulentos culos.
La noche del
año que termina, el pueblo caerá ebrio,
atragantando
de uvas prohibitivas su garganta,
cruzando
dedos, mientras cuentan doce las campanas
y apretando
el ojete, porque el país está muy serio.
Esa noche última
y febril habrá una amnesia colectiva,
a la masa se
le da bien dejar problemas para mañana.
Si Dios
existe, no nos dejará impertérrito en la
estacada;
somos sus fieles
crédulos, su prole prodiga y
afectiva.
El año
nuevo, las mentes importantes pondrán medios;
o nos
liberará presto un salvador hippie y revolucionario,
o tal vez
los de la pasta, se apiaden repartiendo el dinerario,
porque la
plebe ha sido mansa, en estadístico promedio.
El año que
viene no habrá más agujeros en los cinturones;
podremos
arremangarnos de nuevo en bares y salones;
los chavales
jóvenes festejaran el porvenir con botellones,
y los habanos,
no serán exclusivos de podridos señorones.
El año que
viene ya no habrá patadas en los cojones;
el año que
viene, los policías pegaran con piruletas;
el año que
viene la leche manara abundante de la teta,
y todos, en
general, seremos dichosos, como tiernas
flores.
La
inmigración tendrá billete premium de
ida y vuelta;
los
marginales mercedes junto a sus chabolas de mierda;
no
esparcirán ideología los intelectuales desde la trena.
El próximo
año será la hostia en papel de colores envuelta.
Así de larga
y todavía más, tiene el pueblo la ultranza,
puestos a
pedir al año nuevo, quien no llora no mama.
Preparemos
sabanas de satén al dos mil quince nena,
que el
ménage á trois con él, mon amour, será una chanza.
Salgamos la
noche vieja con bragas escuetas
coloradas,
llenemos
nuestros bolsillos de confeti y de condones;
montemos el
pura sangre del desenfreno sin temores…
El próximo
año, la orgia de recuperación está asegurada.
Un año se va
y otro llega, y las gentes dudan, padeciendo,
ven como los
días rancios de incertidumbre ya se
largan.
No perdamos
lo único que nos queda: la esperanza…
pero estemos
firmes, con puños en alto, defendiendo.
Un año acaba
por fin y las gentes que han sufrido
los días
insalubres del derrumbe
de sus casas,
rescatan, la
última noche, una tregua de las brasas.
Pero señoras y señores, luchemos… por lo perdido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario