miércoles, 31 de diciembre de 2014

DE NUEVO, NADA...




Un año acaba, por fIn, y las gentes que han sufrido
los días rancios de incertidumbre de su panza,
recuperan, la última noche, un poquito de confianza,
pidiendo deseos a dorados cometas vagabundos.

Escribiéndole  a reyes de mentira con camellos,
colgando calcetines bermellones  en ventanas ,
piden, que el parto de Nochevieja no salga rana;
que traiga suerte, el viejo payaso gordo y barbudo.

En sus deseos, desean, que de nuevo impere Jauja;
que  regrese aquella vida hedonista de consumo;
suplican que su estatus, disipado como el humo,
vuelva , y llene sus modernas neveras de viandas.

Que  regresen los niños  a dar clase en Disneylandia;
que se apunten por la tarde a  la danza o a hacer judo;
que de mayores no peguen chapa en el futuro;
que no padezcan nunca,  por la falta de abundancia.

Las gentes piden más, si cabe, al próximo año nuevo;
piden que cerdos corruptos ardan en las hogueras;
que los probos bomberos se queden sin mangueras
y que no haya salvación, para sus opulentos culos.

La noche del año que termina, el pueblo caerá ebrio,
atragantando de uvas prohibitivas su garganta,
cruzando dedos, mientras cuentan doce las campanas
y apretando el ojete, porque el país está muy  serio.

Esa noche última y febril habrá una  amnesia colectiva,
a la masa se le da bien dejar problemas para mañana.
Si Dios existe, no nos dejará  impertérrito en la estacada;
somos sus fieles crédulos,  su prole prodiga y afectiva. 

El año nuevo, las mentes importantes pondrán medios;
o nos liberará presto un salvador hippie y revolucionario,
o tal vez los de la pasta, se apiaden repartiendo el dinerario,
porque la plebe ha sido mansa, en estadístico promedio.

El año que viene no habrá más agujeros en los cinturones;
podremos arremangarnos de nuevo en bares y salones;
los chavales jóvenes festejaran el porvenir con botellones,
y los habanos, no serán exclusivos de podridos señorones.

El año que viene ya no habrá patadas en los cojones;
el año que viene, los policías pegaran con piruletas;
el año que viene la leche manara abundante de la teta,
y todos, en general, seremos dichosos, como  tiernas flores.

La inmigración tendrá billete premium  de ida y vuelta;
los marginales mercedes junto a sus chabolas de mierda;
no esparcirán ideología los intelectuales  desde la trena.
El próximo año será la hostia en papel de colores envuelta.

Así de larga y todavía más, tiene el pueblo la ultranza,
puestos a pedir al año nuevo, quien no llora no mama.
Preparemos sabanas de satén al dos mil quince nena,
que el ménage á trois con él, mon amour, será una chanza.

Salgamos la noche vieja  con bragas escuetas coloradas,
llenemos nuestros bolsillos de confeti y de condones;
montemos el pura sangre  del desenfreno sin temores…
El próximo año, la orgia de recuperación está asegurada.

Un año se va y otro llega, y las gentes dudan, padeciendo,
ven como los días rancios de incertidumbre ya  se largan.
No perdamos lo único que nos queda: la  esperanza…
pero estemos firmes, con puños en alto, defendiendo.

Un año acaba por fin y las gentes que han sufrido
los días insalubres  del  derrumbe  de sus casas,
rescatan, la última noche, una tregua de las brasas.
Pero señoras  y señores, luchemos…  por lo perdido.

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