(Dedicado a P… que siento muchisimo que esté tan lejos)
Cada noche buscamos, juntos,
(Dedicado a P… que siento muchisimo que esté tan lejos)
Cada noche buscamos, juntos,
Un poema es el júbilo,
la apreciación devota,
el enamoramiento de lo tal vez inalcanzable,
que, con palabras, pinta un poeta.
Un poema es el grito,
la angustia y el vómito,
la desesperanza que se desahoga en una cuartilla,
el sollozo de una herida interna.
Un poema es la muerte del día,
el nacimiento de la noche,
aullidos a una Luna de locos idealistas y bobos,
que sueñan que viven, y viven soñando.
Un poema es la tristeza,
el viento que ulula
y la extrañeza del que enfermó su mente frágil,
por vivir sin armadura entre decepciones.
Un poema es la lucha,
la reivindicación revolucionaria,
la consigna de aquel que cree en mundos mejores,
y espera algún futuro donde por fin sean…
Un poema tiene nombre…
a veces de mujer, a veces de hombre…
Es amor a unos hijos, a un padre o una madre.
A veces es latido, país, pueblo, hogar, lugar…
Añoranza del que quiso, quiere o querrá.
Morriña del que se alejó de lo conocido.
Un poema es un ser no nacido,
con sangre y vísceras, gestándose.
Lo que nace de allí donde confluyen y se aparean
la emoción y la lógica,
abandonadas al sexo de lo creativo.
Un poema eres tú,
si lo lees y lloras… o ríes,
si ves la luz o la sombra de lo que, en él, hay escrito.
Un poema tiene sentido y propósito
para todo aquel que lo merece;
aquel que, abierto a lo que ante sus ojos,
como un volcán o un rosal,
de fuego o primavera, florecen,
no siente vergüenza porque tiemblan sus labios;
o porque por su mejilla llueve la lágrima
del que ha comprendido…
Un poema es…
o no es…
Así de sencillo.
Quiso el destino,
tirano que urde y enlazaAsí, te ame como un hermano;
un hermano mayorMi hermano mayor.
Mi hermano del alma.Mi hermano...
Mi hermano Jesús, el mayor...Te pasaron factura y ahora nos dejas...
¡¡CÓMO MOLA HACER EL TONTO OIGA!!
En fin... un
poco de historia para los que no se enteran…
Sin comerlo ni beberlo, y por ser un tío penoso, depresivo e inadaptado a esta bonita sociedad tan chuli (también por aburrimiento, y haberme quedado más solo que la una), hace ya unos años, no precisaré, porque preciso no soy, abrí un blog de aspecto cutre, sin mucha idea de lo que iba a hacer en él. Como estaba con un bajón del siete y de nano aprobaba en redacción y en una miaja en ortografía, me dije: ¡coño!... voy a soltar mis mierdas de pena y llanto. Así que puse un truño de texto catastrofista “de cuyo nombre no quiero acordarme”, y allí lo deje: flotando en la rue de Internete, esperando que algún despistado lo pisase y pensara: ¡Qué suerte!... y no: ¡Qué asco!
El caso es que para mi sorpresa, me encontré al cabo de unos días un comentario femenino que decía una frase que empieza a ser famosa: …me siento identificada. Ante a aquel hallazgo contemplé la posibilidad de una operación de cambio de sexo, por no defraudar a mi única fan, y que siguiera siguiéndose identificada; pero preferí quedarme como soy de feo, porque los quirófanos me dan pánico, terror y cagaleras.
Bueno, en vista del triunfo seguí subiendo cosillas al blog. Como soy mediterráneo, y me gustan las gambas, lo llamé a aquello: El Mar de las Almas Perdidas… algo entre poético, patético, ético y mil “ticos” más… La cosa fue bien unos años, incluso hice un circulo de escritorzuelos y escritorcillas, que nos dábamos jabón unos a otros. Allí ya tontee con los seudónimos y personajes inventados; para poder decir palabrotas y lo que me viniera en gana, parí a un tipo llamado León, que era como Mr Hyde, inmoral, zafio, y desinhibido. Él me permitía ser quien no soy. Pero la cosa terminó un triste día (música de violines). Como soy así de raro, cuervo y sentío, aquello lo cerré y huí, que es lo que suelo hacer cuando la paranoia me susurra: aquí no te quieren.
La putada, es que aquello de escribir y publicar me había gustado más que rascarse una urticaria.
Como maté al tal León, solo quedaron mi yo dibujante, el tal Lázaro, y el penoso que conocéis como Antonio, ese ser real que mando a trabajar y a hacer todo lo que es una mierda en la vida. Ante tal vacío, y con el gusanillo de escribir de forma exhibicionista dándome patadas en el corazón, me sentí de nuevo huérfano en el espacio creativo, así que me dije: ¡coño!... voy a soltar mis mierdas de pena y llanto… en otro blog. Aquel día nació mi “buscador de islas”, el naufrago existencial Norman Castaway, que se fue a una ISLA DE NADIE, para estar solo, sin comentarios, ni blogueros afines que echar de menos.
Y esa es toda la historia… hasta estos días. Tengo algún personaje más, por ahí perdido en mundos virtuales, como un hombre lobo que en honor a Frank Herbert llamé Moabdib, y que saco de noche a aullar a la luna de un mundo insomne e irreal, donde incluso tiene una musa y amiga, que le suaviza las tristezas.
Cada uno de ellos son yo; desafortunadamente, yo no puedo ser ellos, solo parecerlo.
Hoy estoy desnudando algo que llevaba tiempo guardando por sentirme herido... pero, qué cojones, como dice Fito: …no tengo nada para impresionar… y cada vez me importa menos hacerlo…