sábado, 28 de junio de 2014

EI PERRO Y LA RABIA


Lleva tantos palos el perro en el lomo
que sus vertebras aúllan a la luna.
Le cae la sangre de los belfos del morro,
no le importa comerse la carne cruda.

Al perro le han despachado más de una vez a patadas.
Sin hogar y perdido, a hecho de su casa el vertedero;
desde él se orina en la vida y en el amor verdadero,
y encuentra más pasión, en los besos de las garrapatas.

No busca ya el perro  “perritas” en dulce.
Es menos doloroso el coito de la zorra,
así en su madriguera sacia lo que le urge.
Se revuelca feliz sobre Sodoma y Gomorra.

El perro no nació perro, alguien le puso un nombre;
alguien le dio consejos para moverse en el mundo.
Sin embargo se acogió al camino vagabundo,
a la ruta del desastre, al repudio de ser hombre.

El perro se defiende a dentelladas asediado
y se lame las heridas que no curan y supuran.
Se ha hecho inmune al cariño envenenado,
a los verbos que tanto juran y perjuran.

El perro no entiende de sutiles falsedades,
sus ojos no ven más allá del blanco y el negro.
No encaja su filosofía en complicado quiebro
y huye de enemigos disfrazados de amistades.

Lleva tantos palos el perro en el lomo
que uno mas no es dolor que le dure;
el dolor curte, y hace crecer el aplomo.
Hay huesos que roer…  y el hambre bulle.


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