jueves, 26 de junio de 2014

INSULAM OBLIVIO




He llegado a tus costas con el alma rota,
agotado de nadar contra corriente.
Tu silencio se reduce  a un pensamiento
y el descanso es la sombra de un árbol introspectivo,
porque eres isla que solo existes
bajo la bóveda celeste de un cráneo proscrito.
Vivir en continentes infestados de individuos
ostentosos y sordos a emociones ajenas,
preocupados solo por rascar su propio ombligo
y que confunden libertad con libertinaje y tocino,
no me ha reportado sosiego, ni amor, ni futuro ni alivio.
Me he sentido ciudadano en Babel, invisible, incomprendido,
poseedor de una lengua extranjera y singular…
Extraño sordomudo en un país de gritos.
Tenía que fletar la balsa del hastiado,
navegar las lágrimas y las aguas negras,
huir solitario al océano más  recóndito de la mente,
con más ánimo de escapar  que de hallar respuestas.
Con más ánimo de ocultarse que de recomenzar…
Demasiados intentos, demasiadas decepciones…
A veces se está bien, sentado  en la arena de la parálisis,
contemplando un mar  sin horizonte definido,
solo dejando divagar los pensamientos con las olas,
acariciada la cara por la brisa de lo absurdo.
Mi isla imposible, invisible para el resto…
No hay coordenadas marcadas en los mapas
que refieran tu nombre, pues no tienes ninguno… 
Y sin embargo yo sé encontrarte, y sé que tienes muchos…
Tierra rodeada de mar, salvaguarda última
para no ahogarse en la locura.
Cada vez que naufrago y llego exhausto a tu orilla,
me convenzo más de que no hay otro lugar…
donde mi alma cure mejor las heridas.


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